Del corazón de México a California , el agave como símbolo de resiliencia
Enclavada entre las colinas del condado de San Diego, California, se encuentra la granja “Los Espíritus Contentos”. Bajo el intenso sol californiano, en un paisaje que recuerda los campos áridos del sur de México, un grupo compuesto de agricultores, investigadores y académicos de la División de Agricultura y Recursos Naturales de la Universidad de California (UC ANR) y del Instituto de Agricultura Orgánica, que es parte de UC SAREP se reunió para celebrar algo inusual: el cultivo del agave orgánico en California.

Ofelia Lichtenheld, agricultora y propietaria de la granja, fue la anfitriona del evento organizado por el Instituto de Agricultura Orgánica el cual es un programa estatal de Programa de Investigación y Educación sobre Agricultura Sostenible (UC SAREP). La jornada giró en torno al agave —sus variedades, sus posibilidades— y a una nueva herramienta nacida del trabajo colectivo: el Catálogo de especies de agave en California.
La inquietud de Ofelia por cultivar agave en California la llevó a una aventura inesperada. Ella no solo soñaba con sembrar una planta; quería sembrar una posibilidad. “Recibía tantas preguntas de personas que querían plantar agaves, justo como me pasó a mí al principio. Así que reuní todas esas dudas y pensé que algún día se las mandaría a todos mis clientes”, recuerda.
Trajo los primeros agaves desde México, gestionando personalmente los trámites ante el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA). Pero también sabía que no podía hacerlo sola. Fue entonces cuando conoció a Lexie Wilson, coordinadora de extensión y difusión del Instituto de Agricultura Orgánica en el condado de San Diego.
De ese encuentro nació una colaboración que hoy da frutos: el catálogo. Una guía escrita por y para agricultores orgánicos que responde a las preguntas más frecuentes sobre el cultivo de esta planta milenaria. Página tras página, el documento traduce el conocimiento técnico en un lenguaje accesible, brindando acompañamiento a quienes sueñan con iniciar su propio proyecto agavero.
Durante el evento de presentación, los asistentes recorrieron el rancho de Ofelia, observaron de cerca las plantas, escucharon experiencias y recibieron orientación directa de asesores de UC ANR. Una de las voces clave fue la de María Orozco, especialista del Instituto de Agricultura Orgánica de UC ANR. “Fui a la granja de Ofelia y le pregunté: ‘Oye, Ofelia, ¿qué haces después de que vienen tus clientes y te hacen preguntas?’ Así nació este proyecto, a partir de esa necesidad y de los desafíos que enfrentan los agricultores de California para conocer las distintas variedades que pueden plantar en sus huertos”, explica.
El entusiasmo en torno al agave ha ido creciendo. De 50 productores iniciales, el movimiento ha sumado ya cerca de 200, en su mayoría pequeños agricultores. Todos ellos continúan aprendiendo y explorando nuevas técnicas de propagación, mientras forman alianzas con organizaciones productoras.
Samuel Sandoval, extensionista de UC ANR y profesor en UC Davis, ve con optimismo este crecimiento. “El futuro de la producción de agave para comercialización es muy alentador; el agave es mucho más rentable que las almendras y los pistachos, aunque el reto es que hay que esperar 7 u 8 años para la cosecha”, señala. El siguiente gran paso será la destilación, una fase que implica inversión, infraestructura y, quizás, la creación de cooperativas que permitan afrontar ese reto de manera colectiva.
El apoyo institucional, tanto estatal como federal, está comenzando a llegar. Sin embargo, como bien apunta Sandoval, “el entusiasmo inicial proviene de los productores locales, quienes primero se enamoran de la bebida y luego de la planta misma”.
A esta visión se suma la voz de Yessica Fernández, doctora en economía agrícola, productora de agave en México y colaboradora de Sandoval en UC Davis. Ella destaca el valor del agave como cultivo resiliente ante la escasez de agua. “Una de las preocupaciones principales es la falta de agua, pero realmente el agave no necesita riego para prosperar; puede hacerlo con el agua de lluvia”, explica.
Fernández añade: “Las situaciones de aridez extrema y abundancia de agua nos permitirán que el agave prospere, ya que surge como una respuesta natural para buscar cultivos más resilientes frente al cambio climático”.
El agave, con su capacidad de adaptación y creciente valor económico, se perfila como una alternativa sostenible para los agricultores de California. A medida que crece la demanda por productos derivados —como bebidas artesanales—, también crece el interés por cultivar esta planta que une tradición, ciencia y esperanza.
Impulsar su producción no solo diversifica la agricultura regional: también ofrece una respuesta concreta a los retos del cambio climático y promueve una agricultura más resiliente, comunitaria y visionaria.
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